PROPIETARIO
Agropecuaria Trespalacios SL.
REPRESENTANTE
Don Juan Ignacio Pérez-Tabernero Sánchez.
SEÑAL
Despuntadas ambas.
FINCAS
Linejo, Matilla de los Caños y Calzadilla de Mendigos, Membibre de la Sierra (Salamanca).
PROCEDENCIA
Domecq Díez y Martínez por separado
ANTIGÜEDAD
06/10/1926
ANTECEDENTES
Procede esta ganadería de la que formó don Julián de Fuentes a finales del siglo XVIII con reses de Salamanca y Jijonas. Adquirida por don Vicente Martínez, y después de varios cruzamientos, en 1904 adquirió de don Eduardo Ibarra el semental “Diano”. En 1925 don Antonio Pérez-Tabernero compró de los herederos de don Vicente Martínez la parte de don Pedro Fernández Martínez, inscribiéndola a nombre de su esposa, doña María Montalvo, y adoptando el hierro y divisa con que actualmente figura. Al fallecimiento de doña María Montalvo, en 1942, se anunció la ganadería a nombre de sus herederos. En el año 1967 se anunció a nombre de don Juan María Pérez-Tabernero Montalvo quien, en la década de los 70 comenzó a cruzar con reses procedentes de don Juan Pedro Domecq. En 1984 cedió la ganadería a su hijo don Juan Ignacio, quien la anunció “Montalvo”. En 1994 se adquieren reses de “Zalduendo” y de don Daniel Ruiz, ambas de origen Domecq Díez, rama que se lleva por separado de la originaria de Martínez.
ENCASTE
El fundador de esta estirpe de ganaderos, Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, compró a principios de 1930 la ganadería del Duque de Veragua a Manuel Martín Alonso quien se había hecho con el hierro ducal dos años antes. Domecq y Núñez de Villavicencio debutó con una novillada en 1931 en la plaza de Cádiz. La primera ocasión que lidia en Las Ventas fue precisamente en la corrida de inauguración. Pero la historia de este encaste circula por buen camino desde el principio, Juan Pedro hace caso de las recomendaciones que Ramón Mora Figueroa le dio con buen tino, por lo que adquirió al Conde de la Corte cuatro sementales: Llorón, Carabello, Chucero y Bodeguero y dos puntas de vacas entre 1930 y 1931. Tras el fallecimiento en 1937 de Juan Pedro Domecq se encarga de la ganadería su hijo, Juan Pedro Domecq y Díez. Tanto sus compañeros ganaderos como analistas y toreros han declarado que creó un encaste propio, depurando y mejorando el concepto bravura. Dio paso a una nueva definición de bravura, desde que sale el toro de toriles hasta que muere, lo que él denominó “bravura integral”. Los toros de este encaste suelen ser bajos de agujas, finos de piel y de proporciones armoniosas. Las encornaduras son buenas, tienen un desarrollo medio, pudiendo crecer en forma de gancho o gatillo (engatillados). El cuello es largo y descolgado, el morrillo bien desarrollado y la papada no es muy desarrollada. Los pelos predominantes son negros, colorados, castaños, tostados; los jaboneros y ensabanados aparecen por la influencia de la casta Vazqueña, algo que en el último lustro podemos ver con más asiduidad. Entre las particularidades complementarias está el listón, chorreado, jirón, salpicado, burraco, gargantillo, ojo de perdiz, bociblanco y albardado, entre otros. En cuanto al comportamiento, este encaste conserva la cualidad ir a más. Se arranca pronto y lo hace galopando con alegría y fijeza en los trastos de torear. Dado que el legado de Juan Pedro Domecq y Díez terminó en 1975, algunos de los ganaderos que le compraron ganado han conseguido desarrollar un tipo de toro con características físicas y de comportamiento diferentes según la personalidad de cada criador.
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