April 9, 2021

La historia de las rayas en el ruedo


Muchas veces nos hemos preguntado cuál es la finalidad de las conocidas “rayas de picar”, para qué están, por qué no nos las encontramos en una novillada sin picadores o en un corrida de rejones, etc.

Antiguamente, cuando los caballos de picar no iban provistos de peto, los picadores eran auténticos toreros a caballo, de hecho era tal su valentía que además del matador, eran los únicos que se les permitía vestir de oro, algo que perdura con el paso del tiempo hasta los días actuales. Hasta su nacimiento era habitual que si el toro no llegaba a la jurisdicción del picador, este saliera con su montura en busca del burel.
La primera vez que se pintó una raya de picar fue el 16 de octubre de 1908, en la Feria del Pilar de Zaragoza, en la cual Ricardo Torres «BOMBITA» y Rafael González «MACHAQUITO» lidiaron una corrida de Pablo Romero. Esta primera raya de picar pasaría a hacerse obligatoria a partir del año 1917.
La segunda, nace a iniciativa del matador de toros y ganadero Domingo Ortega quien, según él mismo contaba, se le ocurrió utilizarla en los tentaderos cuando vio que la mayoría de los toreros no sabían dejar la vaca a la distancia adecuada que permitiera apreciar su bravura al arrancarse al caballo.
Tras el exitoso debut de las rayas de picar en Zaragoza, los profesionales taurinos se dieron cuenta de que hacía falta delimitar la colocación de los picadores en la suerte de varas. Así fue como el 15 de abril de 1959, mediante la promulgación de una ley por parte del Gobierno, dichas rayas se convirtieron en obligatorias en todos los cosos.
La distancia de dos metros entre los dos círculos también fue recomendada por Domingo Ortega y quedó establecida en el reglamento de 1961. El primero ubicado a 7 metros de la barrera y el segundo a 9 metros de ella […]. En el reglamento de 1992 se aumentó dicha distancia de dos a tres metros y el segundo círculo quedó ubicado a 10 metros de la barrera.
La circunferencia de afuera es una raya que defiende el derecho del ganadero, a lucir su trabajo, y el del público a presenciar la embestida del toro. Como espectadores hemos de exigir que, en el cite, se mantenga una cierta separación mínima entre toro y caballo, la reglamentación actual la fija en tres metros, y no que el picador se mantenga próximo a las tablas.
Por Lu Llanos

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