Propietario
Ganadería Gavira CB.
Representante
Don Salvador Gavira García.
Señal
Dos muescas en ambas.
Fincas
Soto de Roma y La Alquería, Jerez de la Frontera (Cádiz) y Vegablanquilla y La Gotera, Alcalá de los Gazules (Cádiz).
Procedencia
Domecq Díez.
Antigüedad
21/06/1933
Antecedentes
Procede esta ganadería de la antigua de Raso del Portillo, que a efectos históricos se consideró como la más antigua y cuyas reses gozaban del privilegio de abrir las plazas en las corridas reales. Los dos primeros propietarios parece que fueron don Toribio y don Victorino Valdés, de quien la heredó don Pablo Valdés Sanz, y que después de sucesivos cambios pasó en 1910 a don Matías Sánchez Cobaleda, quien en 1921 la traspasó a don José Marzal, el cual cambió el hierro por el que actualmente utiliza y la aumentó con vacas y un semental de la viuda de Soler, de origen Ibarra, Parladé y Conde de la Corte, eliminando todo lo anterior. A estas vacas procedentes de Soler, se les incorporaron en los años 1927 y 1931 sementales de Pablo Romero y Conde de la Corte. En 1943 adquirió la ganadería don Marcelino Rodríguez y en 1958 la vendió a don Salvador Gavira Sánchez. Desde 1976 la ganadería se anunció a nombre de don Salvador y Antonio Gavira. En 1985 se refresca la sangre con 46 vacas viejas y un semental de “Toros de El Torero” propiedad de don Salvador Domecq.
Encaste
ENCASTE DOMECQ DÍEZ El fundador de esta estirpe de ganaderos, Juan Pedro Domecq y Núñez de Villavicencio, compró a principios de 1930 la ganadería del Duque de Veragua a Manuel Martín Alonso quien se había hecho con el hierro ducal dos años antes. Domecq y Núñez de Villavicencio debutó con una novillada en 1931 en la plaza de Cádiz. La primera ocasión que lidia en Las Ventas fue precisamente en la corrida de inauguración. Pero la historia de este encaste circula por buen camino desde el principio, Juan Pedro hace caso de las recomendaciones que Ramón Mora Figueroa le dio con buen tino, por lo que adquirió al Conde de la Corte cuatro sementales: Llorón, Carabello, Chucero y Bodeguero y dos puntas de vacas entre 1930 y 1931. Tras el fallecimiento en 1937 de Juan Pedro Domecq se encarga de la ganadería su hijo, Juan Pedro Domecq y Díez. Tanto sus compañeros ganaderos como analistas y toreros han declarado que creó un encaste propio, depurando y mejorando el concepto bravura. Dio paso a una nueva definición de bravura, desde que sale el toro de toriles hasta que muere, lo que él denominó “bravura integral”. Los toros de este encaste suelen ser bajos de agujas, finos de piel y de proporciones armoniosas. Las encornaduras son buenas, tienen un desarrollo medio, pudiendo crecer en forma de gancho o gatillo (engatillados). El cuello es largo y descolgado, el morrillo bien desarrollado y la papada no es muy desarrollada. Los pelos predominantes son negros, colorados, castaños, tostados; los jaboneros y ensabanados aparecen por la influencia de la casta Vazqueña, algo que en el último lustro podemos ver con más asiduidad. Entre las particularidades complementarias está el listón, chorreado, jirón, salpicado, burraco, gargantillo, ojo de perdiz, bociblanco y albardado, entre otros. En cuanto al comportamiento, este encaste conserva la cualidad ir a más. Se arranca pronto y lo hace galopando con alegría y fijeza en los trastos de torear. Dado que el legado de Juan Pedro Domecq y Díez terminó en 1975, algunos de los ganaderos que le compraron ganado han conseguido desarrollar un tipo de toro con características físicas y de comportamiento diferentes según la personalidad de cada criador.
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