Cuando vamos a un festejo taurino, estamos acostumbrados a ver a los espadas vistiendo el oro en el bordado de sus trajes de luces, pero sucede que, a veces, nos preguntamos por qué los picadores lucen también este máximo honor en sus chaquetillas. Esta respuesta se remonta a los orígenes de la Tauromaquia, y hoy la explicamos.
“Si volvemos la vista muy atrás – nos dice Ignacio de Cossío*-, podremos entender por qué, en los antiguos carteles de las corridas de toros, los tipos de letras más acusadas eran reservados para los picadores y no para los toreros y por qué aquellos siguen vistiendo de oro y plata, y no es sólo el oro patrimonio de los toreros.
Era la España rural en la que se andaba a caballo, y se viajaba en diligencia, se trabajaba con mulas y bueyes, y esa proximidad de bestias y hombres exigía en el ruedo de grandes picadores, pues los espectadores se sentían un poco ganaderos y querían por ello que ante todo hubiera toros que estuvieran en su sitio, que fueran toros hasta la muerte (…).
Había que dejar correr al toro, verle venir de lejos, para desde lo alto, aguantar con los riñones y dar salida sin tomar ventajas (…). Los picadores y sus caballos eran las estrellas de las corridas, pero se lucían sólo si daban a los toros su sitio. Si sabían ahormarlos para la suerte final y si recibían a los toros cuantas más veces mejor (…). Era difícil engañar a un público acostumbrado a vivir entre el campo y los animales. Sabían entonces mucho de toros y menos de toreros”.
Como vemos de este modo, tan novelesco como real, es tal la importancia que tienen los picadores en los inicios de los festejos taurinos que no queda otra que condecorárseles vistiendo de oro, lo que se mantiene hoy día como reminiscencia y en celebración de aquella época.
Texto : Ignacio Cossio
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