(laopiniondezamora.es 7-20-20)
Diez años han pasado de uno de los acontecimientos que han marcado la historia más reciente de Toro: la reinauguración de su histórica plaza de toros. Morante de la Puebla, Leandro y Cayetano conformaron el cartel de la corrida inaugural celebrada el 18 de julio de 2010 que, además de devolver al coso su más pura esencia taurina, se convirtió en un evento social que congregó en los tendidos y palcos a más de 3.000 personas. Las ferias de San Agustín de 1985 fueron las últimas en las que se celebraron festejos taurinos en el coso toresano y, el inexorable paso del tiempo, se convirtió en una seria amenaza para el inmueble construido a comienzos del siglo XIX y promovido por el Hospital General de Toro. Seis meses se prolongaron las obras de construcción del coso toresano que, junto con el Teatro Latorre y su liceo, constituyen uno de los más interesantes conjuntos de la arquitectura popular del país. El 18 de agosto de 1828 el afamado diestro de la época Francisco Montes Reina "Paquiro" fue el encargado de lidiar al primer astado que pisó el ruedo en la corrida inaugural, aunque a lo largo de la primera etapa de su historia, otras figuras del toreo demostraron su valor y arte en el coso toresano, tales como Antonio Chenel "Antoñete", "Frascuelo" o Antonio Ordóñez, entre otros.
En el año 1864 la plaza de toros fue adquirida por Custodio Rodríguez para cuatro toresanos influyentes de la época y uno de ellos, Gregorio Traver y Lozano, compró la propiedad a los otros tres socios que, posteriormente, pasó a manos de su hijo Mariano Traver quien, en 1934, la vendió al toresano Valeriano Cuadrado. Sus hijos y herederos, Valeriano, Francisco, Eduardo y Alejandro Cuadrado, gestionaron la plaza de toros hasta 1985 cuando cerró sus puertas, decisión que supuso el inicio de la decadencia de uno de los edificios más emblemáticos del patrimonio toresano. 16 años después, el entonces alcalde de Toro, Jesús Sedano, firmó un acuerdo con opción de compra sobre la plaza de toros con los hermanos Cuadrado y, el 23 de agosto, el Ayuntamiento materializó la adquisición del inmueble tras desembolsar 600.000 euros. En el año 2004 y con el apoyo económico de la Junta, se ejecutaron las obras de la primera fase de restauración de la plaza de toros que consistieron en consolidar las cubiertas, en las que se habían detectado hundimientos. Cuatro años más tarde la plaza de toros fue declarada Bien de Interés Cultural en la categoría de monumento, y comenzaron los trabajos de la segunda fase de rehabilitación, en la que se restauraron los cuerpos de escalera, de los pabellones de corrales y de los chiqueros originales, aunque también se consolidó el desolladero.
El proyecto se completó con la restauración de otros elementos destacados como los graderíos, pavimentos, acabados, pasos, barreras y el albero, aunque también se procedió a la apertura del callejón en un tramo cerrado por una propiedad particular y a la adecuación del vestíbulo principal del Teatro Latorre como acceso al recinto. La de Toro es una de las plazas más antiguas de España y durante la restauración se respetaron los materiales constructivos originales, tales como el tapial, el ladrillo, el adobe o la madera y por su estética, con tendidos y balconcillos cubiertos, recuerda a los antiguos patios de comedias. A más de 2,2 millones de euros ascendió la inversión realizada en la rehabilitación del inmueble para que pudiera volver a acoger festejos taurinos, aunque con el paso del tiempo también se ha convertido en el espacio idóneo para celebrar eventos culturales y en una de las "joyas" del patrimonio monumental que más interés despierta entre los turistas.
Durante una década, los aficionados han podido disfrutar de las corridas en honor de San Agustín, concursos de cortes o la tradicional "fuente de vino". No obstante, la plaza de toros también ha sido testigo de ilustres visitas como la realizada en 2012 por el Premio Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, al que Toro rindió un homenaje por su férrea defensa de la tauromaquia y de momentos tan duros como la espeluznante cogida que en 2017 sufrió el diestro onubense David de Miranda que, tras caer sobre su cuello, quedó inconsciente en el albero. La caída provocó que el torero se fracturara cuatro vértebras y tuvo que someterse a un largo proceso de recuperación, aunque finalmente logró superar las lesiones y, un año después, volvió a Toro para salir por la puerta grande. La crisis sanitaria impedirá este año conmemorar el décimo aniversario de la reinauguración del coso con la feria taurina de las fiestas de San Agustín, aunque sí albergará durante el verano conciertos musicales o sesiones de cine al aire libre que permitirán a los toresanos reencontrarse con un espacio único que ocupa un lugar destacado en su corazón.
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