(por Adrián Pérez Pérez)
Los Alipios de Hoyo de la Gitana, los Coquillas del entrañable Don Javier Sánchez Arjona, los Dionisios de Don José Ignacio Rodríguez de Iruelo, los Buendías que pastan en La Vádima de Abajo y los Gracilianos de Don Juan Luis Fraile.
Los Argimiros de Miguelón, el de La Cabeza de Diego Gómez.
Los Barciales de Don Jesús, los Galaches de Don Paco y los Cobaledas de los Sánchez Majeroni.
Los Villagodios de Don Ricardo.
Los Urcolas de Hernandinos.
Los Arranes del bohemio nieto, Don Fernando Madrazo.
Los Atanasios del atento Don Eduardo, los Lisardos de Zarzosillo y la desembocadura de sangres en los campos de Valdefresno.
Los aromas Condesos de las reses de Don José Juan Carretero y los Villamartas de su hermano Don Diego.
Los berrendos Martínez de Linejo.
Los Ameliones de Traguntía.
Los Fonsecas de las tierras de Pedraza de Yeltes y los Rabosos de las faldas de la Peña de Francia en El Puerto de la Calderilla.
Los Murubes de galope interminable de las tierras de Miguel Muñoz y el picante temple de los zaínos del maestro Capea.
Los Apes de los Pérez Tabernero de El Villar.
Los Gamerocívicos que se crían desde tiempos inmemoriales en La Moral de Castro.
Los Ibanes de la familia Mateos Arroyo.
Los Nuñez de los herederos de Mariano el de Barquilla.
Los Salvadores de Don Alberto.
Los Algarras que beben los vientos del sueño que persiguen los hijos de Don Luis Sánchez Urbina.
Los Torrealtas de los Revesado en La Robliza.
Los Fuenteymbros de los campos de Sando.
Los Jandillas que pastan los predios de Moscosa.
Los aromas albaceteños de los Danieles de Cabezal Viejo.
Los Juanpedros con aires serranos de la familia Matilla.
Los Torreón de los Charro de Peña de Cabra.
Los Brujós que viven el recuerdo de La Glorieta del torero.
Los Parladés del doctor de bravura, Don José Juan Fraile.
O los Domecqs destilados por el alquimista, Don Justo Hernández.
Todos y cada uno de ellos, y otros tantos que se quedaron en el camino y otros que aún perviven, patrimonio ético, genético y cultural del ecosistema de la dehesa de Salamanca.
Binomio para la historia, el toro bravo y la dehesa charra.
Nunca nos cansaremos de defender la tauromaquia y el toro de lidia, porque forma parte de nosotros, de nuestra vida, de nuestra historia y de nuestra educación.
¡SI A LOS TOROS!
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