(por Dr. Díaz Mendoza)
Todo en el vestido de los toreros tiene una función y una lógica, y en el traje de los picadores no es excepción.
Antiguamente las calzona de los varilargueros no tenían la clásica botonadura a lo largo de las piernas sino se ceñían fuertemente a la protección metálica mediante unos vistosos machos que hacían juego con el corbatín, la faja y la moña.
No fue sino hasta 1891 cuando uno de los mejores picadores que han existido, don José Bayard Cortés (Badila) decidió presentar un nuevo tipo de vestido.
Cambió el oro de las casacas por la seda y pasamanería para hacerlas menos sufridas a los constantes tumbos; creó un sistema de placas articuladas como complemento a la mona, que no solo cubriría el tobillo sino el muslo del picador, además de que decidió quitarle los machos a las calzonas para dotarlas de una botonadura que las haría más cómoda y daría punto final a los peligrosos trances vividos por aquellos recios hombres del castoreño, que no pocas veces quedaban enganchados en los pitones de los toros y fueran "arrastraos".
Así pues, si un toro prende por la calzona a un picador, se podrán reventar fácilmente las botonadura.
Cabe mencionar que Badila, además de ser un extraordinario picador, era una persona sumamente culta, hablaba varios idiomas, estudió piano y era un potente tenor, así como un pródigo inventor.
No comments:
Post a Comment