Después de una desilusionante temporada, con plazas de primera reducidas a cenizas en cuanto a rigor y seriedad, con Madrid convertida en un basurero donde ha bajado la seriedad del toro, la casta y la emoción, solo nos queda el refugio del toro de la calle.
La salvación de la Tauromaquia pasa por las comisiones de aficionados, que son los que miran por y para el toro.
En la imagen, Cortinero-47 de D. José Escolar, exhibido en Lliria.
Decían que no había toros para plazas de primera.
Foto Sergio Lopez
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