La plaza de Vic-Fezensac dio en 2014 con los huesos de un toro que siempre será recordado en aquel feudo.
Aquel Cantinillo-15 de Dolores Aguirre fue uno de esos toros que no permiten ni un suspiro hasta que no es arrastrado por las mulillas. Fiero, áspero, peligroso, manso, encastado, duro, salvaje.
Una especie de apocalipsis entre aspereza y fieros gañafones que solo podían limarse a través del viejo arte de la lidia.
Y vaya si brilló el oro. Gabin Rehabí a caballo, picó al feroz de la doña.
Alberto Lamelas, todo honor y valor, torero, profesional y héroe, cortó una oreja que vale por mil de las regaladas en otras ferias tan distantes de esta heroicidad surgida de la batalla entre fiera y hombre.
Foto Laurent Bernede.
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